Cachete educativo ¿Sí o No?
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Cachete educativo ¿Sí o No?

Cachete educativo ¿Sí o No?

Hace varios días acudí al juzgado de familia porque tenía que declarar por un informe pericial psicológico. Para los que no habéis estado nunca, aquello es como una gran sala de espera. Cerca de donde estaba sentada, había un matrimonio que iba a acordar una custodia compartida, y comenzaron a debatir de lo complicado que es la educación de los hijos. Una de las abogadas comenzó a argumentar su modelo educativo, que para ella, era el más adecuado. Entre muchos de los comentarios que hacía, esta persona afirmaba que si su hijo (de 5 años) se cogía una rabieta, ella le daba un buen tortazo en el culo o en la espalda, pero que «se guardaba mucho de hacerlo el público, porque están las cosas muy mal y por cualquier cosita van y te denuncian». Además de hacer alarde de la multitud de castigos que le imponía a su hijo, lo que me pareció más curioso es que ella misma reconocía la ineficacia de los mismos, cuando afirmaba que «al niño parece que no le duele, porque hace como si le diera igual, y no quiero darle demasiado fuerte».

El maltrato físico está condenado en casi todos los aspectos de la vida, ya sea con las personas mayores, mujeres, personas discapacitadas, y está desterrado en todas sus magnitudes, nadie estaría de acuerdo en que no se le debe pegar a un abuelo, pero que por un cachete no pasa nada.

Y no estoy hablando de ese tipo de maltrato, sino del cachete, del azote o el capón. A este cachete se le ha puesto el apellido de «educativo» con la intención de darle una connotación positiva y de aprendizaje. En España, más del 60% de la población valora de manera positiva ese  «cachete a tiempo». Así nos lo revela un estudio realizado por el profesor de Psicología de la UAM Manuel Gámez Guadix. El investigador  explica que pueden tener unos resultados a corto plazo de mayor obediencia, pero «a largo plazo, lo que ocurrirá es que probablemente el padre tendrá que aplicarlo cada vez con más frecuencia para obtener el mismo resultado».

CONMIGO FUNCIONÓ Y NO ESTOY TRAUMATIZADO

El hecho de recibir un azote no nos va a causar un trauma de manera directa, ni mucho menos, pero la pregunta no es si por darlos vamos a traumatizar a nuestros hijos, sino ¿es realmente efectivo el cachete como castigo?. Tanto los estudios realizados en diversas investigaciones como la valoración de psicólogos infantiles y pedagogos es muy clara, el azote como castigo no funciona. La cuestión es que conviene descartar castigos físicos, simplemente, porque «son innecesarios, no tienen ningún objetivo educativo», y «no funcionan», es decir, no van a corregir el comportamiento del menor.

A VECES NO PUEDO MÁS Y LE DOY UNA TORTA

Es cierto, con algunos niños nos sentimos desbordados, tienen tantísima energía, que cuando le sumamos nuestro devenir diario (trabajo, compra, comida, baños, etc) a ese incansable dinamismo, es así como nos sentimos, desbordados. En muchas ocasiones, los padres que acuden a la consulta así me lo hacen saber. Igualmente, muchos me hablan que se les ha escapado, lo cual genera un proceso de victimización en el adulto, y una posterior confusión en los niños. Como psicóloga infantil mi valoración es clara y concisa, no es justificable el «no poder más» con darle un azote a un niño.

EL CACHETE CASI SIEMPRE VIENE ACOMPAÑADO

El juez de menores de Granada Emilio Calatayud ha dicho en numerosas ocasiones que el azote se puede dar siempre que sea en el momento oportuno y con la intensidad adecuada. Nos encontramos con autores que no rechazan de pleno el azote, pero plantean que ha de ser el último recurso, que debe ir acompañado de calma, de reflexión, de cariño y de diálogo. El problema es que es muy difícil determinar esos conceptos tan poco claros. Según el trabajo de Gámez, los cachetes suelen ir acompañados -en nueve de cada 10 casos- de «agresiones psicológicas», es decir, de «gritos, de amenazas, de intentos de humillar al menor», dice el investigador.

MOMENTO PARA DAR UN CACHETE

No hay un momento idóneo para darle un azote a un niño, ya que el momento es NUNCA.

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Carmen Berzosa – Psicóloga Infantil



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