
¿Qué son las rabietas? ¿Por qué hay niños que tienen tantos berrinches?
Muchos padres acuden a la consulta diciéndome «Mi hijo/a no nos hace caso. No quiere irse a dormir. Nos grita cuando le damos una orden. Se enfurece cuando le impedimos algo. Ya no sabemos qué hacer»
¿QUÉ SON LAS RABIETAS?
Los berrinches o las rabietas son comportamientos totalmente normales en las primeras fases del desarrollo infantil. Son respuestas que emiten los niños ante determinadas situaciones que les generan ira o frustración. Las rabietas suelen comenzar a partir del primer año de vida del niño, manifestando su máximo esplendor entre los 2 y los 3 años. Lo habitual es que a partir de los 4 años vayan descendiendo, tanto en intensidad como en frecuencia.
En esta etapa, los pequeños aprenden cómo funciona el mundo, su cuerpo, las relaciones con los demás y las normas de convivencia. Insisto en la idea de la normalidad de tener rabietas, ya que a esas edades los niños no tienen la posibilidad de expresar sus sentimientos de frustración, y es por ello que lo hacen a través de esas conductas. Además, tenemos que tener en cuenta que la mente del niño es puramente emocional, aún no tiene la capacidad de razonar o de entender lo que se debe hacer en determinadas situaciones y actúa motivado por ese cerebro emocional, es decir, “quiero algo y lo quiero ya”.
Como padre o madre, no debes alarmarte por esos signos de desobediencia, negativismo o de rebeldía, ya que las rabietas y los berrinches son signos positivos y expresivos de una personalidad en formación. Lo realmente preocupante sería todo lo contrario, es decir un niño que no protesta, no se niega a nada, o acata las ordenes con facilidad.
¿POR QUÉ LOS NIÑOS TIENEN TANTAS RABIETAS?
Hay muchas causas por las cuales los niños tienen estos comportamientos. Para poder actuar eficazmente en estas situaciones es fundamental aprender a reconocer el origen de estos berrinches. Entre los motivos de las rabietas nos encontramos:
- La frustración del niño por no poder hacer algo “inmediatamente”.
- El deseo de “ser el centro de atención”. Algunos niños descubren que “portándose mal” reciben mucha atención y cuando “son buenos” nadie les hace caso.
- Cuando las normas de comportamiento son poco claras o incoherentes el niño trata de descubrir dónde están los límites.
- Cuando los padres dan muestras de incoherencia o inconsistencia. “Por ejemplo papá me deja ver la tele a las 22:00 horas y mamá me dice que me acueste”.
- También se dan rabietas en determinadas situaciones, tales como su estancia en sitios desconocidos, el hambre, la falta de sueño o el sentirse enfermo.
¿QUÉ HACER CUANDO MI HIJO/A TIENE UNA RABIETA?
Ante la primera rabieta, se ha de responder con calma, pero con determinación. Es importante hablar con el niño y mostrarse inflexible. El niño no puede conseguir lo que se propone. A veces, ignorar sus pataletas puede ser eficaz y cuando deje de llorar es cuando le vamos a hacer caso. Nuestro objetivo es educarles a dominar y a controlar su rabia limitando las manifestaciones de disgusto en cualquier contexto y situación en la que se encuentre.
La reiteración en las rabietas, el aumento de ellas y su utilización por parte del niño dependen de las respuestas que obtengan de sus padres. Ejemplos de respuestas incorrectas serían si atendemos a su petición en esos momentos de frustración, le compramos lo que nos pide en el supermercado “para que se calle” o le dejamos los dibujos animados pasada la hora que nosotros habíamos estimado. Si nuestras respuestas son incorrectas, estas rabietas se mantendrán en el tiempo, porque le estaremos enseñando que, para conseguir aquello que quieren, el comportamiento adecuado es el de una pataleta.
¿QUÉ HACER CUANDO SE LE HA PASADO LA RABIETA?
Tras la pataleta, llega la calma. Es en ese preciso momento cuando debemos actuar prestándole toda la atención al niño. Nuestro comportamiento como padres será diferente en función de su edad, pero siempre le transmitiremos cómo nos gusta verlo así, tranquilo, usando frases positivas (“qué bueno eres”, “a mamá y a papá nos encanta verte calmado”) y a través de gestos, abrazos, besos y cualquier tipo de comunicación no verbal con la intención de que el niño se sienta querido.
¿CUÁNDO ACUDIR A UN PROFESIONAL?
Como psicóloga infantil, mi experiencia me ha hecho identificar dos grupos bien diferenciados de consultas:
En un primer grupo, estarían los padres de hijos pequeños (menores de 4 años) que acuden a mi consulta para asesoramiento personalizado. En estos casos, preparo sesiones donde establezco una serie de pautas (normas y hábitos) para que sean seguidas por los padres.
Y, en un segundo grupo, se encontrarían padres cuyos hijos (entre 5 y 12 años) tienen comportamientos disruptivos tales como:
- La autolesión o lesiones a otros durante sus rabietas.
- La proliferación de rabietas, llegando a las cuatro o cinco a lo largo del día.
- El traslado de las rabietas al ambiente escolar.
- El acompañamiento de otros problemas de comportamiento a las rabietas.
La dinámica para este segundo grupo es, además del asesoramiento personalizado en relación a las normas y los hábitos de la unidad familiar, un programa personalizado en el que me centro en las áreas fundamentales de desarrollo infantil: emocional, cognitiva, social y escolar.
Y RECUERDA, las rabietas no son causa de preocupación. Por lo general, cesan por sí solas conforme los niños maduran en su desarrollo, aumentando el control sobre sí mismos y sobre el mundo que les rodea. De esta manera, sus niveles de frustración disminuyen.
En definitiva, menos frustración y más control equivale a menos rabietas…y padres más felices.
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Carmen Berzosa – Psicóloga Infantil