
Benditas rabietas
Hace unos meses escribí un artículo sobre las rabietas, en el mismo os explico qué son las rabietas y por qué son importantes para el desarrollo infantil de vuestro/a hijo/a. Si quereís volver a leerlo podéis pinchar en el siguiente enlace: ¿qué son las rabietas? ¿por qué hay niños que tienen tantos berrinches?
Cuando acude una familia a la consulta de psicología infantil es importante realizar una evaluación completa, cuanta más información tenga sobre la familia y lo que esté ocurriendo mejor será el diagnóstico y, por supuesto, la intervención. Me gusta detenerme especialmente en la etapa de los 2 a ños 4 años y preguntar a los padres sobre las rabietas. Les suelo explicar que entre los 2 y los 4 años en los niños comienza una fase que está caracterizada por multitud de rabietas, que en principio puede nacer por cosas insignificantes pero que generan un gran malestar en el menor; el cual lo externaliza con llantos, pataletas, patadas, agresividad hacia las personas que tiene cerca, etc. Cuando pregunto a los padres por este periodo, ellos entienden que las rabietas son «malas» y que si sus hijos las han tenido quizás es que su desarrollo no ha sido el adecuado. Este es uno de los grandes errores en relación a las rabietas.
¿Por qué son tan importantes las rabietas?
El desarrollo de la personalidad de tu hijo comienza en su nacimiento y alcanza su punto más estable en torno a los 6 u 8 años. Para esta edad los niños han tenido que lidiar con multitud de situaciones problemáticas: desde decir adiós a su papá o mamá en la puerta de la guardería o del colegio, hasta enfrentarse a su grupo de amigos cuando alguno de ellos le dice que ya no quiere ser más su amigo.
El primer gran paso en esta gran aventura comienza cuando los niños alcanzan cierta autonomía a través del movimiento y del lenguaje…. ellos entienden que pueden moverse por sí mismos, que ya no necesitan llorar a mamá para llegar a determinados lugares, incluso pueden pedir cosas; es una fase en la que la exploración de su mundo puede ocupar todo el día completo y os aseguro que de 12 a 18 meses este descubrimiento es toda una aventura.
A partir de los 24 meses comienza una segunda fase que podríamos llamar de autocontrol……….. ohhh!!!!! con lo bien que nos iba descubriendo el mundo ahora nos toca controlarnos, pues sí, es lo que toca en esta fase ya que a esta edad (lo de 24 meses es aproximado, ya que puede variar de 24 a 48 meses) comienzan a conocer los límites del mundo que les rodea: comienza el control de esfínteres, comienza en control en sus necesidades (horarios de sueño y vigilia, comidas diarias, etc), así como el control de sus impulsos. Los niños han de enfrentarse a sus primeras frustraciones, que pueden versar desde «no quiero el vaso rojo, yo quiero agua en el vaso azul», a «quiero que mamá camine por delante, luego yo y después papá». A los padres nos pueden parecer insignificantes sus motivos, pero os aseguro que no lo son, el cerebro emocional del niño se encuentra en pleno desarrollo y su capacidad para conectar sus emociones y deseos con la parte racional aún es muy débil. Cuando nuestros hijos aprenden a resolver sus rabietas han superado un gran reto que debemos valorar. Es importante que entendamos que cuando ellos superan estos obstáculos se están desarrollando de forma saludable y sana.
¿Qué podemos hacer para ayudarlos?
Estoy totalmente en contra de las fórmulas supuestamente mágicas como la silla de pensar o de ofrecer pautas generales para todos los niños. Cada niño es un mundo, hay que conocerlo para saber cómo se enfrenta a su frustración y así poder ayudarlo a que ellos resulevan esas emociones. Lo que sí me gusta ofrecer son una serie de estrategias para que los padres nos enfrentemos a estas situaciones.
NO PIERDAS EL CONTROL. En consulta pongo el ejemplo que para tu hijo tú eres su «Superhéroe», eres la persona que más admira, más quiere y en la que se va a fijar para copiar, a fin de cuentas, eres su modelo. Si pierdes el control gritándole o mandándolo a la «silla de pensar» le enseñarán que esa es la mejor forma de enfrentarnos a los problemas.
AGÁCHATE A SU ALTURA. Has de mostrarle que lo que le está pasando es importante para ti, agáchate y siéntate a su altura, con este comportamiento le harás ver que eso que le está pasando te importa y quieres ayudarlo.
HABLA DE SU EMOCIÓN. La frustración es una emoción que nos altera muchísimo, imagínate qué te pasaría si te vas un día al trabajo y la puerta se queda atrancada, no puedes abrirla y llegas tarde a una cita muy importante…¿te enfadarías verdad? pues eso mismo le pasa a tu hijo multiplicado por 10.000 ya que los recursos que él tiene son más limitados. Es importante que le hables de su emoción, que le digas que lo entiendes, incluso que le pongas un ejemplo de un enfado que hayas tenido recientemente… «yo también me enfadé ayer, porque qería llegar pronto para comprar en el super tu merienda favorita y como salí tan tarde del trabajo no pude ir, y eso me mosqueó muchísimo»
VIGILA TU TONO DE VOZ. En los procesos de comunicación influyen tanto lo que decimos y cómo lo decimos, si le transmites toda la información de manera calmada y sosegada él o ella aprenderá que es la manera de enfrentarse a las sitaciones problemáticas. Recuerda lo que escribí antes de «Superhéroe».
¿Y qué ocurre si no tienen rabietas?
Como psicóloga infantil es algo que me suele preocupar, si tras hacer la evaluación me dicen que los niños han sido siempre muy buenos, no daban ruido o jamás se enfadaban. Si no tienen rabietas…¿qué ha pasado con esas frustraciones? ¿donde han ido esas emociones?. Las emociones solo tienen dos caminos: dentro o fuera; si un niño no ha expresado su malestar ante una situación lo más seguro es que lo haya guardado dentro.
Es muy importante que trabajemos las emociones desde que son pequeñitos, que seamos conscientes de nuestras emociones y las ajenas y que los ayudemos a gestionarlas de manera saludable.
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Carmen Berzosa – Psicóloga Infantil